Si te preguntas cuáles son los mejores lugares que ver en La Digue o buscas cuáles son las mejores experiencias que hacer en la isla, no puedes perderte esta lista con todas las propuestas que te hago tras cinco días de estancia en este pequeño y encantador paraíso de las islas Seychelles.
Cómo llegar a La Digue
La Digue es una de las islas habitadas más pequeñas de Seychelles y, por suerte, las conexiones con las otras dos islas principales (Mahé y Praslin) son muy buenas.
Desde Praslin se llega en un corto trayecto de ferry que une ambos puertos en apenas 15 minutos mediante las compañías CatCocos y Inter Island Ferry.
Las frecuencias entre Praslin y La Digue son muy altas y hay muchos barcos durante el día.
Por otro lado, La Digue también está unida mediante ferry con Mahé, la isla más grande de Seychelles y que tiene el aeropuerto internacional.
La frecuencia en este caso no es tan alta, aunque también hay varias salidas diarias y el trayecto dura 1 hora y 45 minutos, que suele incluir, la mayoría de veces, una escala en Praslin.
De todos modos, puedes leer todas las maneras de llegar, frecuencias, precios, etc. en este artículo sobre los transportes en las islas Seychelles.
Cómo moverte en La Digue
Una de las cosas buenas es que en La Digue no hay coches y eso ya le da un aire especial. Esto lo hemos encontrado en otras islas como Cayo Caulker, en Belice, y nos parece alucinante vivir sin vehículos de motor alrededor.
Solo un par de taxis y algún vehículo de trabajo (vimos alguna grúa) circulan por La Digue, para el resto de mortales, la bicicleta, las piernas o en caso de estar muy desesperado, los carritos de golf que ofrecen algunos hoteles.
Pere la verdad es que, a pie y en bicicleta se llega ya a todas partes. La Digue es una isla pequeña y poder recorrerla a tu aire de esta manera hace que sea única.
Aunque se puede llegar a pie a casi todas parte, la isla es abrupta y algunos sitios quedan lejos para ir caminando, por lo que, personalmente recomiendo alquilar una bicicleta (cuestan entre 5-8 euros el día), ya sea en el hotel o en cualquier local cercano al puerto (ya veréis que hay muchos) porque te va a permitir llegar a los sitios más lejanos de la isla como el inicio del camino a Anse Cocos o Anse Foumis en apenas 10 o 15 minutos (a pie tardarías al menos entre una hora y hora y media).
Qué ver en La Digue – 9 planes imprescindibles
Llegamos aquí en busca de playas y sí, las encontramos por doquier y de una belleza superlativa, pero tuvimos una grata sorpresa cuando descubrimos que había un montón más de cosas que hacer en La Digue y que en algunos casos, poco o nada tenían que ver con estirarse al sol o disfrutar de un baño en aguas cristalinas, lo que la convertían en uno de los lugares imprescindibles de Seychelles.
1. Llegar a la Anse Source d’Argent a través de la Union State
Considerada como la playa más bonita del mundo, la Anse Source d’Argent tiene todos los ingredientes para atraparte.
Agua de color turquesa intenso, finísima arena dorada e inmensas rocas de granito salpicadas por la playa como si hubiesen brotado desde el suelo forman un paisaje extraordinario, similar al que nos habíamos encontrado en algunas playas de la isla de Praslin.
Para llegar hasta la playa hay que atravesar la Union State Farm, una antigua plantación de vainilla y cocoteros que, de hecho, explican la existencia de numerosos productos relacionados con la vainilla en las islas.
Ten en cuenta que para entrar a la playa es obligatorio pasar por la Union State y para entrar a esta, a su vez, hay que pagar una entrada de 115 SCR.
Una vez cruzada la entrada de la Union State, solo hay que seguir los caminos bien señalizados a través de plantaciones de vainilla y en pocos minutos se llega hasta la playa. Se puede ir en bicicleta o andando.
Nosotros llegamos a media mañana y nuestros presagios se cumplieron, como consecuencia de su creciente fama, la Anse Source d’Argent suele estar bastante llena en comparación con otras playas de la isla, aunque al final del día hay algo menos de gente.
Cruzamos varios puestos de kayaks transparentes, una de las actividades más populares en esta playa, y llegamos por fin a sus famosas rocas y su tramo de arena, donde tiramos la toalla y nos estiramos a disfrutar de las vistas.
La playa me parece una pasada, no seré yo quien desacredite ahora a la que muchos han elegido como la playa más bonita del mundo, pero salí de ella pensando que, hay algunas más bonitas que ver incluso en la misma La Digue.
Sabías que…? Esta playa ha salido en varias películas y también en los anuncios que la marca de ron Bacardí rodó en la década de los noventa.
2. Caminar hasta la Anse Songe y sentirte solo en la isla
Una de las cosas que más nos sorprendieron de La Digue fue su capacidad para guardar lugares remotos en los que uno se sintiese en una isla desierta. Y eso, con su tamaño, habla muy bien de la isla.
Porque no es fácil que en una isla que puedes recorrer a pie, encuentres lugares tan inaccesibles y solitarios como la Anse Songe, un pequeño tesoro al que llegamos, como a muchos otros sitios, por pura casualidad.
Habíamos ido el día anterior a hacer el camino hacia la Anse Cocos (más adelante os hablaré de ella) y vimos una señal hacia el lado opuesto que indicaba ‘ANSE SONGE‘. En aquel momento no nos dijimos nada, pero ambos guardamos aquella imagen.
Un par de días después se nos ocurrió que podía ser una buena oportunidad para explorar una parte de la isla sobre la que sabíamos muy poco así que, allí que fuimos.
Llegamos en bicicleta hasta el cruce señalizado y seguimos unos metros más hasta que vemos que el camino se hace imposible para las bicis. Nos bajamos, las dejamos a un lado del camino y empezamos a caminar.
Mirando las indicaciones en la aplicación Maps.me (una de las aplicaciones que siempre uso durante mis viajes), vemos que el camino es relativamente corto y tras apenas 15 o 20 minutos a través de unos paisajes fascinantes, llegamos a una playa remota y absolutamente solitaria.
Cierto es que el oleaje hacía complicado el baño, pero la sensación que tenemos en aquel momento es de absoluta fascinación. ¿De verdad íbamos a estar allí solos?
Lo que iba a ser una excursión sin un objetivo claro, acabó convirtiéndose en una mañana entera a la merced del sol, los cangrejos ermitaños que por allí pasaban y nuestra mutua compañía en un escenario salvaje. La Digue nos había acabado de enamorar.
¡Info! Si estás planeando tu viaje al país, lee mi guía para viajar a Seychelles
3. Disfrutar de una puesta de sol en Anse Severe
Después de dejar nuestras mochilas en el alojamiento, lo primero que quisimos hacer en la Digue fue salir a conocer algunos de los puntos más cercanos, como la Anse Severe.
La primera impresión al llegar allí fue que habíamos acertado haciendo la estancia más larga del viaje en aquella isla.
La Anse Severe es una de las playas más grandes que se pueden ver en La Digue; una fina y alargada línea de arena blanca que da paso a un mar calmado y cristalino.
Además de su indudable belleza, la Anse Severe también se ha erigido como la playa con más ambiente de La Digue gracias a su sensacional puesta de sol (la mejor que vimos en todo el viaje junto a la vivida en la isla de Mahé) y a los tres o cuatro chiringuitos que han aprovechado ese momento del día para establecerse allí y ofrecer, de manera muy acertada, cervezas y deliciosos zumos de frutas recién hechos.
Durante el día, la Anse Severe es tranquila e ideal para bañarse, pero durante el atardecer, se convierte en un lugar de luces intensas en el que se puede disfrutar de una de las mejores puestas de sol que ver en La Digue, cerveza en mano y con la silueta de la isla de Praslin en el horizonte.
4. Patear hasta la Anse Cocos, la playa más bonitas que ver en La Digue
Nos habían dicho que la Anse Cocos era una de las playas más bonitos y espectaculares que podíamos ver en La Digue y no dudamos en marcarla como uno de nuestros primeros objetivos en la isla.
Cogimos nuestras bicis y llegamos hasta el restaurante ‘Loutier Coco‘, punto y final de la pista y donde empieza el camino a pie.
Desde allí, caminamos primero a través de la Grande Anse y llegamos a un primer cruce de caminos que decidimos, después de mirar el mapa, tomar hacia la izquierda.
El camino empezó a complicarse, la vegetación era cada vez más espera y nos vimos obligados incluso a saltar un par de riachuelos que amenazaban con mojarnos antes de llegar a la playa.
En al menos media docena de puntos, dudamos si era hacia un lado o hacia el otro porque el camino dejó de estar marcado, pero seguimos las indicaciones de nuestro mapa y tras más de 30 minutos por fin llegamos a un camino principal.
Al llegar a aquel camino principal vimos que el camino que habíamos tomado, aunque estaba marcado en el mapa, era infinitamente más dificultoso que el otro. De hecho, debo deciros que, en el primer cruce, donde elegimos izquierda, es mejor ir a la derecha. El camino es mucho más sencillo y rápido.
Pero por fin llegamos a la Anse Cocos y vemos una playa deslumbrante, de una belleza salvaje y exuberante como pocas veces habíamos visto, quizás alguna de la isla de Guadalupe o en la isla de Martinica.
Si llegas hasta allí, debes ir al extremo izquierdo, donde se encuentra ‘la piscina’, una especie de piscina natural rodeada de rocas, donde el agua completamente calmada y cristalina hacen de este un paraje sin igual.
Allí pasamos una mañana inolvidable y disfrutamos de una de las mejores jornadas de playa de nuestras vidas viajeras.
LOS PRIMEROS POBLADORES DE LA DIGUE
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En realidad, el motivo por el que elegimos aquel camino a la izquierda (sin saber que era tan difícil), era porque justo pasaba por el que fue el primer poblado de La Digue.
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Allí se establecieron los primeros pobladores de la isla, que montaron sus casas en el siglo XVIII (Sí, La Digue está, en realidad, habitada desde hace muy poco tiempo), cerca del mar y rodeados de la espesa selva.
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En ese camino, hoy todavía se pueden ver varias construcciones en ruinas, algunas casi engullidas por gigantescos arbustos y telas de araña infinitas.
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Caminamos a través de las ruinas de esos primeros edificios y viajamos varios siglos atrás, cuando La Digue era completamente virgen.
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Por momentos, sentimos la sensación de aquellos pioneros en la isla, justo antes de dejar la espesura para toparnos con Anse Cocos, el paraíso que eligieron como su primer hogar.
5. Visitar la iglesia de Notre Dame de l’Assomption, la más importante de La Digue
La Digue no iba a ser solo playas de postal y puestas de sol, también quisimos poner el punto cultural a nuestra visita a la isla.
A golpe de pedal llegamos hasta la iglesia más importante de la isla, la Iglesia de Notre Dame de l’Assomption, un templo que sirve a los practicantes católicos (inmensa mayoría en la isla y en el país) para reunirse.
No tiene una especial importancia a nivel histórico o arquitectónico, pero es bonita, colorida y puso un punto diferente a nuestros días en La Digue.
6. Subir hasta el Nid d’Aigle, una de las cosas más alucinantes que hacer en La Digue
En el centro de la isla se encuentra una pequeña montaña cuyo pico, el Nid d’Aigle, es el punto más elevado de La Digue con sus 333 metros de altura. Y allí que fuimos, por supuesto.
Lo primero es llegar hasta el Belle Vue Café, un bonito restaurante con vistas sobre el océano que sirve como punto de partida a la corta caminata hasta el Nid d’Aigle. De hecho, lo más duro es llegar hasta el restaurante.
Desde el puerto hay unos 2,5 km hasta el Belle Vue Café y 500 metros más desde allí hasta el Nid d’Aigle. En total 3 km de caminata que transcurre en continua cuesta arriba.
Si habéis alquilado bicicleta, podéis llegar hasta aproximadamente 1 km. del café y dejarla allí, donde la cuesta ya se vuelve tan empinada que es imposible seguir con ella y hay que continuar a pie.
Cómo os decía, lo duro es llegar hasta el café, ya que es una cuesta muy empinada y con el calor, se suda la gota gorda.
Desde el café, el camino se suaviza y es una pista de tierra mucho más agradable que lleva hasta el pico, donde las vistas impresionan desde el primer momento.
Allí, en aquella pequeña explanada, nos quedamos pasmados con las vistas de aquel azul infinito y las islas salpicadas que forman una de las estampas más bonitas que ver en La Digue.
7. Vivir una jornada de submarinismo en La Digue
Desde que empezamos a bucear, hemos intentado practicarlo en todos nuestros viajes y Seychelles era un lugar único para esto, no íbamos a desaprovechar la oportunidad.
Entre todas las cosas que nos habíamos planteado hacer en La Digue, el submarinismo era una de las principales, aprovechando, además, que nuestra estancia era la más larga.
Contactamos con Trek Divers, un pequeño centro de buceo situado junto al puerto y del que habíamos leído muy buenas críticas.
Bucear con ellos fue un acierto mayúsculo; son un centro responsable con el medio marino, profesionales, divertidos y muy atentos a cualquier incidencia.
Con ellos vivimos una jornada de submarinismo apasionante que nos llevó a varias islas cercanas en un par de inmersiones en las que vimos enormes tramos de coral, grandes rocas de granito e infinidad de fauna marina, destacando por encima de todo, los tiburones de arrecife, las rayas, las tortugas marinas y grandísimos bancos de peces.
Descubrir que lo que había que ver en el fondo de La Digue era tan apasionante como lo que vimos en la superficie, fue una gratísima sorpresa.
- Si quieres conocer la experiencia completa y otros datos de interés, puedes leer mi artículo sobre nuestra jornada de buceo en las Seychelles.
8. Hacer alguna excursión a una isla cercana
Os preguntaréis si hay que señalar sitios fuera de la isla como algunos de los lugares que ver en La Digue y la respuesta es que sí, que valen la pena y de hecho, La Digue es el punto de partida de estas excursiones hacia algunas de las mejores islas de Seychelles.
Alrededor de esta pequeña isla hay una decena de islas salpicadas a las que se puede llegar en excursiones privadas, como la bonita e interesante isla de Cousin, hogar de un gran número de ejemplares de la tortuga gigante terrestre, uno de los emblemas nacionales, tal como te explico en este artículo sobre curiosidades de las islas Seychelles.
También es posible visitar la isla de Curieuse, el único lugar del planeta, junto con Praslin, donde crece de manera natural el Coco de Mer, o la isla de St. Pierre un pequeño refugio natural en el que sentirse un náufrago.
Otras de las islas más curiosas que ver cerca de La Digue son las de Felicité, las islas Sister o la Coco Island, todas visibles desde el mencionado Nid d’Aigle.
Estas son algunas de las principales excursiones que puedes hacer desde La Digue y contratar por adelantado:
- Islas Curieuse y St. Pierre: Pequeñas islas que sueles visitarse juntas o al menos de dos en dos. Este es el tour más completo.
- Islas de Felicité, Sister y Coco: Muy cerca de las costas de Praslin, se suelen visitar en una excursión organizada de día completo.
9. Otras playas que ver en la Digue
La Digue alberga algunas de las mejores playas del planeta y algunas de ellas son incluso desconocidas.
Nosotros nos propusimos hacer una pequeña ruta por todas esas playas que había que ver en La Digue, algunas diminutas y otras escondidas y de difícil acceso.
El camino que lleva hasta el extremo oriental de la isla pasa, primero, por la pequeña Anse Patates, que queda totalmente engullida por el océano durante la marea alta.
Las siguientes paradas hasta aquel extremo de la isla pasa por Anse Gaulettes, Anse Gorsse Roche y acaba en Anse Fourmis, donde el asfalto llega a su final y da paso a un camino pedregoso que hay que seguir a pie para llegar hasta la encantadora Anse Caiman, un diminuto refugio que también queda escondido con marea alta.
En el extremo opuesto, tras la popular Anse Source d’Argent, un camino entre rocas y en el que hay que mojarse hasta las rodillas, conduce hasta dos playas escondidas, la Anse Pierrot y la Anse aux Cedres, a las que también es posible llegar en un kayak transparente. ¡Cuántas veces habréis visto fotos de esos kayaks si estáis preparando vuestro viaje a Seychelles!
Otras dos playas que bien valen una visita son la Grande Anse y la Petite Anse, con aires salvajes y que se encuentran de camino a la Anse Cocos.
Nos quedó en el tintero…
Una única cosa nos quedó en el tintero en nuestra visita a La Digue: el trail hasta la Anse Marron.
La Anse Marron es una playa absolutamente remota, situada en un extremo de la isla al que el acceso resulta de enorme dificultad. Tanto, que requiere sí o sí, de un guía para llegar hasta ella.
El camino no está marcado y, de hecho, aunque se sabe que empieza al final de la Anse Songe, justo en ese punto en el que se supone que empieza, hay un cartel que de manera muy explícita indica «FIN DE CAMINO«.
Desde allí, hay unas dos horas hasta la Anse Marron que transcurren entre la selva y las rocas de granito, por caminos resbaladizos y sin ningún tipo de indicación, a través de los que hay que abrirse paso.
El anfitrión de nuestro alojamiento en Praslin nos explicó que aquella era posiblemente la playa más espectacular que podíamos ver en La Digue, pero ya nos adelantó que había que ir con un guía.
Leímos sobre ella y no descartamos la posibilidad de hacerla por nuestra cuenta, aunque después de preguntar a varias personas en la isla, decidimos que, al menos por nuestra cuenta, no la haríamos.
Más tarde, viendo que era temporada ventosa y que algunas playas tenían mucho oleaje, las probabilidades de encontrarnos con esto en la Anse Marron eran altas y decidimos renunciar a la experiencia.
Viendo fotos, no tengo ninguna duda de que el premio seguro que vale el esfuerzo.
Dónde comer en la Digue
La Digue tiene un próspero negocio de locales de comida para llevar que compiten (y muchas veces ganan) con los restaurantes más típicos de la isla.
Lo mejor de estos pequeños locales es sin duda sus precios, muy inferiores a los demás restaurantes, que la comida es casera y muy buena y que, además, disponen de algunas mesas para comer allí mismo, por lo que tampoco tienes que llevarte la comida si no quieres.
Una de las estrellas entre los take away es el Rey & Josh Café take away, situado en la parte alta de la isla y que sirve unos curris con arroz deliciosos. Tiene también otros platos y todos a unos precios geniales. Mi favorito de La Digue.
Siguiendo la línea del anterior, el Gala take away tiene también un menú extenso con platos que van desde curris hasta fideos o hamburguesas que se pueden comer en su agradable terraza.
Muy cerca del Gala, se encuentra el Zerof, que va en la misma línea y también dispone de un menú bastante extenso y completo, además de una terraza muy grande.
En la gama de restaurantes con buena calidad-precio, el Mimis Café es otro de los sitios más recomendables donde comer en La Digue, aunque en este caso no se trata de un take away. Su local es agradable y la comida, especialmente los curris, son deliciosos, aunque nos quedamos con ganas de probar su famosa tarta de queso con coco.
Si buscas un sitio con buenas vistas y estás dispuesto a pagar algo más, el Fish Trap Bar, muy cerca del puerto, sirve comida tanto criolla como occidental con unas vistas de lujo. También es un buen sitio para disfrutar de la puesta de sol.
La Repaire, también de un precio algo más elevado, tiene incluso pizzas en su carta y el local está decorado con mucho gusto, creando una atmósfera encantadora.
Por otro lado, el Belle Vue Café, como su nombre indica, tiene unas vistas de escándalo, aunque antes vas a tener que sudar la gota gorda para llegar porque está situado en la parte más alta de La Digue. Es ideal para tomar una cerveza y disfrutar de las vistas de algunas de las islas cercanas.
La última recomendación es la Glorious Bakery, una pequeña pastelería muy cerca del puerto en la que se puede comprar dulce o salado para llevar. Las samosas, las porciones de una especie de pizza y los pasteles de vainilla son una auténtica maravilla y además, están tirados de precio, por lo que es perfecta para presupuestos muy ajustados.
Dónde dormir en la Digue
Para elegir donde dormir en La Digue, lo primero de todo es decidir si quieres vistas al mar o no y si quieres un alojamiento tipo resort o uno tipo self catering (apartamento).
Si quieres vistas al mar y un pequeño resort con mucho encanto, el Patatran Village Hotel es ideal, con pequeños apartamentos y magníficas vistas a alguna de las playas más bonitas que ver en La Digue. Además, en la tarifa incluyen desayuno y cena, algo que viendo los precios de la comida en la isla, mejora bastante la oferta.
Muy cerca y muy solicitado, el bonito O Soleil Chalets tiene bonitas habitaciones, con o sin vistas, y presume de ser posiblemente el mejor hotel de la isla, aunque también el más caro.
A un precio superior, pero con todo tipo de lujos, el La Digue Island Lodge tiene bonitas habitaciones en pequeños chalets independientes reservados solo para adultos y ofrece desayuno y cena en la tarifa.
Si no te importa estar «lejos» del mar, el Hotel Chateau St. Cloud es toda una institución, con unas magníficas instalaciones y mucho encanto.
Por último, dónde nosotros dormimos durante nuestra estancia en la isla, el Moonlight Beach Villas, es un alojamiento tipo self catering, con un buen servicio, aunque creo que algo caro para lo que ofrece. Puedes leer mi post con nuestra experiencia en el alojamiento de La Digue.
Después de haber estado en La Digue, puedo decir que no dormiría donde dormí y sí que lo haría en, por ejemplo, La Digue Island Lodge, algo más caro, pero con desayuno y cena incluidos e infinitamente más bonito.