Situado en el norte del país, el Valle de Qadisha (ó Kadisha) es uno de los parajes más sorprendentes de Líbano, con bosques de cedros, iglesias talladas en la roca y diminutos monasterios casi inaccesibles en los que se llevaba a cabo la vida ascética.
Lo más asombroso es que el Valle de Qadisha sigue intacto, alejado del turismo y con una carga mística que se respira en cada rincón de este exuberante lugar. Visitar el valle santo (ese es el significado de “kadisha”), fue una de las experiencias más inmersivas y apasionantes de nuestro viaje por Líbano.
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Valle de Qadisha, el legado de los maronitas en Líbano
Visitamos el Valle de Qadisha en el mes de diciembre, por lo que el contraste con ciudades como Byblos o Beirut, cálidas y mediterráneas, es todavía mayor, ya que esta parte de Líbano está rodeada de enormes montañas nevadas.

Nos adentramos en la carretera de montaña que conduce hasta el valle, con numerosas curvas, pero en un excelente estado. Pronto empezamos a ver como el paisaje de transforma.
Qadisha o Kadisha es el nombre del río que atraviesa el valle, considerado santo para los cristianos y sagrado para los arameos; de ahí su nombre de Valle Santo, un calificativo para nada casual, ya que aquí tuvo lugar uno de los primeros y más importantes asentamientos monásticos cristianos del mundo.
Los maronitas, cuya orden está dedicada al santo sacerdote Maron, que vivió entre los siglos IV-V d.C., se establecieron aquí huyendo de otras comunidades y de los musulmanes omeyas que llegaron a la región (las ruinas de Anjar son el gran legado que queda hoy día en Líbano de los omeyas) en el siglo VII.
Actualmente sigue siendo hogar de la mayoría de los cristianos maronitas de Líbano, que representan el 22% de la población libanesa y por lo tanto, no solo entramos de lleno en lugar con una gran carga religiosa, sino que también lo hacemos en territorio mayoritariamente cristiano.

Los primeros monjes cristianos llegaron a esta parte de Líbano en el primer milenio (allá por el siglo VII) y encontraron aquí un terreno perfecto para la meditación y el retiro espiritual.
Las grietas y cuevas en los acantilados brindaban la oportunidad de practicar la vida ascética, un modo de vida en el que los monjes ermitaños se apartaban por completo del mundo exterior y dedicaban su vida al culto y la meditación.
Poco a poco esas cuevas se fueron transformando en pequeños monasterios, algunos de los cuáles se encuentran entre los más antiguos del mundo cristiano, y fueron llegando más monjes hasta que en el siglo XV se estableció en el Monasterio de Qannoubin la sede del patriarcado maronita.
La sensación cuando visitas el Valle de Qadisha es la de un viaje a tiempos pasados en la que monjes ermitaños buscaban rincones a los que nadie pudiese llegar. Como nosotros mismos comprobamos, todavía hoy algunos de esos monasterios son de difícil acceso. No quiero imaginar siglos atrás.

Algunos de estos monasterios se mantienen casi intactos, mientras que otros están casi abandonados. Los que han tenido mejor suerte han sido restaurados.
Muchos de estos monasterios están cerrados (sobre todo los más pequeños), pero otros no. Aun así, los que están cerrados, siguen mereciendo la pena por su ubicación, entorno y vistas desde su parte exterior.
En el año 1991 se hizo un descubrimiento único y de gran valor en el Valle de Qadisha: encontraron 8 momias de ermitaños del siglo XIII. Una de ellas pudimos verla en el monasterio Deir Qannoubin y es realmente escalofriante.
Con ese bagaje, la UNESCO reconoció al Valle de Qadisha como Patrimonio de la Humanidad en 1998 y acompaña a numerosos lugares de Líbano en esa lista.
Lo mejor de todo esto es la ridícula cantidad de turistas que visitan los monasterios de Qadisha, por lo que llegar hasta aquí es un privilegio y permite conocer una cara desconocida de Líbano.
Monasterios maronitas del Valle de Qadisha
La visita al Valle Santo de Qadisha gira principalmente entorno a sus monasterios, por lo que conviene hacer una lista de los que quieras visitar en función del tiempo del que dispongas.
En nuestro caso íbamos a estar un día completo en el valle, tiempo suficiente para llegar hasta los más importantes (a los que se puede llegar en coche) e incluir alguna parada en algún monasterio pequeño y de acceso más complicado y a pie.
Monasterio Deir Mar Antonius Qozhaya
Fue nuestra primera parada en el valle, que nos permitió conocer uno de lo monasterios más grandes y antiguos de Qadisha.
Su construcción se estima entre finales del siglo IX – principios del X y estaba dedicado a San Antonio el Grande.

Ha sido históricamente uno de los monasterios más ricos y prósperos del valle, como demuestra que aquí se instaló la primera imprenta de Oriente Medio (la tercera de todo el mundo) y posteriormente albergó la Sede del Patriarca Maronita.
De hecho, a principios del siglo XIX llegó a tener más de 300 monjes y desde aquí se brindaba ayuda a otros monasterios de menor tamaño.
Vemos que el complejo tiene varias partes, una primera en la parte baja que alberga varias salas y un museo con piezas de varios siglos de antigüedad encontradas en el monasterio.

Si subes las escaleras exteriores, se accede a un bonito patio interior en el que se ven varias ermitas y hay unas excelentes vistas del valle y las montañas aledañas.
La puerta de la izquierda da acceso a una iglesia en el interior de la cueva; una imagen deslumbrante y la carta de presentación perfecta para motivarnos a seguir descubriendo el Valle de Qadisha.

Justo antes de las escaleras hay una pequeña cueva en la pared de la izquierda que tiene en su interior un altar y una pequeña capilla. ¡Es impresionante!
Puedes llegar al Monasterio Deir Mar Antonius Qozhaya en coche tomando el desvío a la derecha que hay en el pueblo de Aarbet Qozhaya.
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Monasterio Deir Saydet Hawqa
Este pequeño monasterio se encuentra enclavado en una cueva natural y en una situación totalmente aislada en el valle.
Se construyó en el siglo XIII en el orificio de una enorme pared de roca y en el interior se encontraron valiosas pinturas murales, aunque no pudimos verlas porque estaba cerrado en aquel momento.

Justo antes de llegar, en un pequeño descanso hay una cruz y un olivo de apariencia antiquísimo. Las vistas desde allí anticipan lo que viene.
Hay varios caminos que conducen hasta esta ermita, como la ruta a pie desde el Monasterio Deir Qannoubin (4,5 km), aunque la mejor manera de llegar hasta Deir Saydet Hawqa es conduciendo hasta la aldea de Hawqa (Haouqa) y desde allí caminando por el sendero de bajada hasta el monasterio en una ruta de unos 60-90 minutos en total.

Por cierto, hay una pista transitable que une el Monasterio Deir Mar Antonius Qozhaya con la aldea de Hawqa en unos 10 minutos de trayecto. No hace falta volver a la carretera principal porque está en muy buen estado.
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Monasterio Deir Mar Lichaa
Este monasterio es una de las joyas de la corona del Valle de Qadisha y uno de los más accesibles de la ruta.
Se dice que aquí se fundó la orden maronita de Líbano, pese a que se desconoce la fecha de los primeros asentamientos en el monasterio.
En el siglo XIV fue la residencia de los obispos maronitas de Qadisha y en su interior se halló lo que se conoce como “la losa negra”; en la que está grabado un signo medieval del cristianismo en Oriente con inscripciones en siríaco, una lengua utilizada en Líbano antes del siglo XII, por lo que debió ser traída desde la cercana ciudad de Alepo.

El edificio se muestra imponente desde la lejanía y conforme nos acercamos apreciamos que ha sido construido en una enorme pared en el acantilado.
Los colores, las formas, la situación y la historia hacen de este monasterio uno de los más visitados y nosotros no queríamos perdérnoslos. Desde luego, estar en el interior de aquella enorme grieta en la tierra nos hace sentir un poco en el centro del mundo.
Para llegar al monasterio de Deir Mar Licha hay que pasar la población de Bcharre (Bsharri) y seguir un par de kilómetros por la carretera principal, momento en el que verás una señal para desviarte a la derecha y tomar una carretera estrecha y sinuosa.
Esta carretera es espectacular porque se adentra en el valle y brinda fabulosas vistas de las inmensas paredes de roca de Kadisha y algunas cascadas que surgen de ellas. Al poco tiempo ya verás el monasterio a lo lejos y solo deberás seguir la carretera para llegar.
Monasterio Deir Qannoubin
Habíamos leído que solo se podía llegar a Deir Qannoubin a pie en una ruta de aproximadamente una hora y se nos había hecho tarde, pero sorprendentemente encontramos una ruta en coche y no dudamos en seguirla hasta el que fue uno de los monasterios que más nos sorprendió en el Valle Santo.
Este monasterio tiene entre sus estancias una fabulosa iglesia construida en la roca y cuyo interior es un espectáculo se formas y colores entre los que se encuentran unos frescos de los siglos XVIII-XIX.

El monasterio Deir Qannoubine fue clave en el desarrollo de la orden en el Valle de Qadisha, ya que alberga la sede de los patriarcas maronitas desde el siglo XV hasta el XIX.
En una pequeña sala a la izquierda de la iglesia alucinamos al ver una momia supuestamente de algún monje ermitaño que habitó en el monasterio. Una imagen casi surrealista (por cierto, no se pueden sacar fotos).
Para llegar hasta Deir Qannoubine hay dos maneras, a pie desde las aldeas de Hadshit, Blouza o Dimane, desde las que salen caminos que tardan entre 1 y 2 horas la más larga.
La segunda manera de llegar, y que nosotros descubrimos in situ, es hacerlo en coche por una pista sin asfaltar que sale desde un cruce muy cerca de Deir Mar Lichaa. Hay un cartel indicativo y se tarda unos 15-20 minutos en coche hasta una explanada y desde allí otros 10 minutos a pie. Se puede hacer con cualquier tipo de vehículo.
Otros monasterios del Valle de Qadisha
Podríamos haber pasado al menos un día más en Qadisha recorriendo sus monasterios, ermitas y pueblos, sin embargo nuestro viaje por Líbano debía continuar y, de hecho, nos esperaban las ruinas romanas de Baalbek en nuestra siguiente parada, uno de los platos principales de la ruta.
Si tienes algo más de tiempo, hay varios monasterios interesantes que puedes ver en el Valle de Qadisha y completar una visita mucho más amplia a la zona.

El primero de ellos es Deir Es Salib, al que se puede llegar caminando en una ruta de 30 minutos desde Hadchit y que pese a estar bastante deteriorado, alberga algunas pinturas interesantes y de mucha antigüedad. Entre sus ruinas todavía pueden apreciarse algunas estancias de los ermitaños.
Otro de los más interesantes, aunque ya no pudimos visitarlo, es el Deir Mar Semaan, al que se accede desde el pueblo de Beqa Kafraa y cuya ermita colgada en un acantilado seguro que resulta sorprendente.

Por último, en la ermita de Mar Marina, se encuentran enterrados 18 patriarcas maronitas o la de Mar Sarkis, construida bajo un gran roble del que dicen que es el más antiguo del Valle.
También hay algunas cuevas en las montañas, entre las que destaca la cueva Asi-al Hadath, en la que se descubrieron las ocho momias maronitas de las que os hablaba al principio del post.
Te dejo este mapa del Valle de Qadisha para que tú mismo ubiques todos y cada uno de los monasterios y organices tu visita como más te convenga.
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El Bosque de los Cedros de Dios
Llegamos a la última parada del día en nuestra visita al Valle Santo de Qadisha, que nos lleva hasta uno de los bosques de cedros más importantes de Líbano, al que llegamos por los pelos y a pocos minutos de que cerrasen el acceso.
La reserva de los Cedros de Dios se encuentra al final del valle, en el monte Makmal, a más de 2.000 metros de altitud. Es diciembre y el frío ya se hace notar al final del día. De hecho, este es el lugar más frío que hemos visitado durante nuestro viaje por Líbano y sacamos nuestras mejores galas invernales.

Conseguimos entrar y ya estamos ante estos gigantes. Se dice que los cedros del Valle de Qadisha fueron plantados por Dios hace varios miles de años y que su madera se utilizó para construir el Primer y el Segundo Templo de Jerusalén, de ahí el nombre de esta reserva.
Más allá del misticismo, los bosques de cedros cubrieron antiguamente gran parte de las montañas libanesas y su madera fue muy preciada desde los fenicios hasta los romanos (y otras muchas civilizaciones que pasaron por Líbano) para la construcción de barcos o templos.

Ese regalo de la naturaleza se explotó hasta el punto de que la tala masiva conllevó casi su desaparición, motivo por el que el gobierno de Líbano decidió proteger los últimos bosques de cedros del país. Y aquí estábamos, en el más importante de todos ellos y el único declarado Patrimonio de la Humanidad.
Los senderos de la reserva de lo Cedros de Dios albergan auténticos tesoros y recorrerlos nos permiten pasear entre algunos de los árboles más antiguos del mundo.

En concreto, aquí se encuentran dos de los cedros más longevos que se conocen, con más de 3000 años de edad, y algunos de los cedros más grandes del planeta, con cuatro ejemplares que alcanzan los 35 metros de altura y 14 metros de circunferencia en su tronco. ¡Son verdaderos gigantes!
¡CUIDADO! La carretera que une el Valle de Qadisha con Baalbek está cerrada desde principios de diciembre hasta que acaba el invierno por la nieve. Nosotros no contamos con ello y al llegar nos paró un control militar que nos hizo dar media vuelta. Tuvimos que dar una buena vuelta para llegar hasta las ruinas, nuestra siguiente parada en el viaje.
Bcharré, la base perfecta para visitar el valle santo
La pequeña población de Bcharré, ubicada en la parte central del Valle de Qadisha a 1.400 metros de altitud, es la base perfecta para descubrir la zona.
Desde aquí hay fácil acceso tanto a la mayoría de monasterios del Valle de Qadisha, como al bosque de los Cedros de Dios.
El pueblo no tiene gran interés, sin embargo alberga el mayor número de alojamientos y restaurantes del valle, por lo que casi todos los viajeros acaban en Bcharré en algún momento u otro.

Nosotros viajamos a Líbano en diciembre, así que la logística se complicaba un poco más, ya que muchos alojamientos en Bcharré estaban cerrados y los que estaban abiertos nos parecieron demasiado caros para nuestro presupuesto.
Lo bueno es que Bcharré no es el único sitio donde dormir, hay un par de pueblos más en los que hay varios alojamientos abiertos en invierno: El Arz (ó Ariz) y Ehden.
Igual que Bcharré, tienen poco interés, pero están bien situados y tienen algunos restaurantes a los que ir a cenar, algo que nosotros agradecimos porque en diciembre estos pueblos están completamente desangelados.

Al final encontramos un apartamento en El Arz a muy buen precio y a dos minutos de coche del bosque de los Cedros de Dios.
El apartamento se llamaba Ö Cedres y era muy amplio y cómodo, aunque el día que fuimos tenían el wifi estropeado, así que nos dejaron sin internet. Un mal menor, desde luego.
Si buscar sitio para comer o cenar en la zona, te recomiendo el RTC, un local de Bcharré, situado en la carretera principal Ehden – Ariz Road. Sirven buena comida libanesa e internacional, cerveza local y shisha.
Como llegar y moverse en el Valle de Qadisha
La mejor manera de llegar al Valle de Qadisha es hacerlo en coche de alquiler, una opción barata y que te da toda la libertad posible.

Bcharré está a 110 kilómetros de Beirut y se tarda unas 2 horas en llegar desde la capital, mientras que la distancia desde Trípoli es de 50 kilómetros y se tarda 1 hora.
Hay excursiones organizadas de ida y vuelta desde Beirut (al principio del post encontráis la información) para quienes no quieran conducir en el país, mientras que el transporte público es escaso y solo funciona medianamente bien en primavera y verano.