Tiempo atrás Turkmenistán formaba parte de la Unión Soviética y su separación supuso el inicio de un camino en el que excéntricos mandatarios tomaron las riendas. Desde entonces, el país se ha convertido en uno de los más herméticos del mundo y muchos de los lugares que ver en Turkmenistán son fruto de extravagantes decisiones, aunque conviene recordar que también hay ciudades históricas de la Ruta de la Seda y un cráter que lleva más de 50 años en llamas.
En mi ruta por el país, estuve 10 días recorriendo Turkmenistán acompañado por una agencia (requisito obligado, salvo el excepcional visado de tránsito) y descubrí ciudades que todavía guardan la esencia soviética, pero sobre todo, un nivel de hermetismo fuera de lo común. Turkmenistán ofrece una experiencia viajera muy diferente a lo que estaba acostumbrado hasta ahora.
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Qué ver en Turkmenistán: 10 lugares únicos en el gran tapado de Asia Central
Sólo unos 6.000 extranjeros al año acceden a este país como consecuencia de un proceso de visa complejo y unas restricciones que rozan lo absurdo. Esto convierte a Turkmenistán en uno de los 10 países menos visitados del mundo y por ese motivo, este viaje era también un viaje de descubrimiento en el que ir siempre con los ojos bien abiertos.
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Ashgabat, una capital de mármol blanco y oro
Aterrizar en Ashgabat fue como hacerlo en un planeta diferente. De repente, todo está envuelto en un halo de misterio que resultaba muy difícil descifrar, porque la capital de Turkmenistán, os lo aseguro, no es una ciudad cualquiera.

Si buscas información sobre Ashgabat, te darás cuenta de que los calificativos para la capital turcomana son de todo tipo: «la capital más cara del mundo para vivir«, «la ciudad fantasma«, «la ciudad de los récords mundiales«…podría deciros muchos más, pero es necesario estar allí para comprender que cualquier atributo se queda corto.
Necesitas al menos dos o tres días completos para conocer la capital, una obra iniciada por el primer presidente, Saparmurat Niyazov, y seguida por su sucesor, Gurbanguly Berdimuhamedow.
Recientemente, el hijo de este último (y actual presidente), Serdar Berdimuhamedow, se ha hecho con las riendas del país y ha mantenido viva la espiral de extravagancias en Ashgabat. Un ejemplo de ello es que, en la ciudad solo pueden entrar coches de color blanco o gris claro.
El centro de Ashgabat es una secuencia de edificios de mármol blanco inmensos combinado con estatuas doradas que recuerdan a héroes nacionales o a los propios líderes del país, cuyo culto a la persona es extremo.

Algunos de los edificios más estrambóticos son la sede del Banco Nacional (tiene una moneda de oro gigante en la azotea), el Ministerio de Asuntos Exteriores (con una bola del mundo inmensa en lo más alto), el Palacio de Bodas o la noria cubierta más alta del mundo.
También hay tiempo para conocer algunos espacios tradicionales, como el Bazar Ruso (Gulistan), donde es posible comprar productos locales y algún recuerdo, y obras mastodónticas como el Complejo Olímpico con el Horse Stadium a la cabeza.
¡CONSEJO VIAJERO!
El centro de la ciudad es prácticamente una ciudad fantasma. No verás casi a nadie por la calle, aunque te aconsejo que vayas con cuidado a la hora de hacer fotos.
Cuando menos te lo esperas, aparece ante ti un militar o un policía de paisano tratando de que no tomes fotografías que ellos consideran inapropiadas. No hay turistas y ni siquiera hay gente en muchos sitios, por lo que eres un blanco fácil.
Yo tuve la sensación de que me seguían en muchos momentos y al final se confirmó. ¿El criterio que siguen para detenerte? Pues ni idea, pero a mí me pararon dos veces, me revisaron en ambas el teléfono móvil y en una de ellas me hicieron borrar varias fotos.
Nisa, la antigua capital del Imperio Parto
Muy cerca de Ashgabat se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos más importantes que ver en Turkmenistán; el rastro de los partos en este inmenso país, la ruinas de la ciudad de Nisa.
Entre los siglos III a.C. – III d.C. los partos controlaban las rutas comerciales terrestres entre el Mediterráneo y Asia, siendo la ciudad de Nisa la capital del Imperio Parto durante mucho tiempo.
La ciudad estaba totalmente fortificada, como puede verse en las murallas que se conservan. Mientras tanto, en el interior se pueden visitar las casas y otras estancias que pertenecían a Nisa y que permiten hacerse una idea de la relevancia de los partos en la región.

Se dice que Nisa fue una de las ciudades más antiguas de Asia Central y que fue destruida por un terremoto en el año 100 a.C.
Hace años fue reconocida como parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en Turkmenistán, un hito que nos permite disfrutar de este histórico lugar y trasladarnos a los tiempos en los que partos y romanos rivalizaban en la zona.
Turkmenbashy y la ciudad fantasma de Awaza
Una de las ciudades que mejor describe el rumbo excéntrico de Turkmenistán es precisamente la ciudad de Turkmenbashy, cuyo nombre original era el de Krasnovodsk, hasta que en 1993, el líder Saparmurat Niyazov la renombró en su propio honor, pues «Turkmenbashy«, que se traduce literalmente como «El padre de todos los turcomanos» y es como él mismo se autodenominaba.
La ciudad se encuentra a orillas del Mar Caspio y es la principal conexión marítima entre Asia Central y Europa, además de ser uno de los extremos de la línea ferroviaria transcaspiana.
Pasear por algunas partes de la ciudad permite observar rápidamente que los orígenes soviéticos siguen muy vivos en Turkmenbashy, con edificios clásicos de la URSS y el ruso como uno de los idiomas principales.

Por otro lado, la ciudad es también la puerta de entrada a la alucinante ciudad de Awaza, que por desgracia en las fechas de mi viaje estaba cerrada al turismo.
Awaza es un complejo turístico inmenso en la costa oriental del Mar Caspio. Edificios inmensos con aires futuristas, hoteles descomunales, parques de atracciones, playas y luces que han hecho que se la conozca como «Las Vegas» de Turkmenistán.
Sin embargo, este gran complejo turístico está cerrado al turismo y se ha convertido en una especie de ciudad fantasma. Una nueva muestra de que Turkmenistán no es un país normal.
¿SABÍAS QUE…?
El excéntrico líder Saparmurat Niyazov apoyó el golpe de estado contra Mihail Gorbachov para tratar de evitar la disolución de la URSS. Tras el fracaso del mismo, se erigió en el primer líder de Turkmenistán e inició un gobierno que no ha dejado indiferente a nadie.
Cañón de Yangykala, la gran maravilla natural que ver en Turkmenistán
Mi mente tuvo dificultades para asimilar lo que estaban viendo mis ojos. ¿De verdad existe un paraje así y sigue oculto a todas las miradas?
Llegar al cañón de Yangykala tras varias horas atravesando los desérticos paisajes del Karakum fue un impacto brutal. La escena que se presenta ante tus ojos parece completamente irreal. Pero existe y ahí está; Yangykala luce espléndido, inmenso y solitario.

Las formaciones rocosas se suceden una tras otra, con precipicios de vértigo, cañones y colores rojizos y amarillos que han sido moldeados por el viento y el el movimiento de las placas tectónicas durante millones de años.
El punto culminante de la ruta llega al ver «the Crocodile’s mouth» (la boca del cocodrilo), una extraña formación rocosa que, de nuevo, te recuerda lo maravillosamente bonito que puede ser el mundo si dejamos que la naturaleza actúe.
Pozo de Darvaza, la Puerta al Infierno
Si hay una imagen por la que todo el mundo conoce a Turkmenistán, esa es, sin duda, la del imponente Pozo de Darvaza, al que coloquialmente se le conoce como la Puerta al Infierno.
Se trata de un inmenso cráter de gas en mitad del desierto de Karakum que está en llamas de manera ininterrumpida desde el año 1971. El origen fue una prospección de gas por parte de geólogos soviéticos, que tras perforar la zona se dieron cuenta de que habían topado con una gran cueva de gas. Pensaron que los gases liberados podían ser venenosos y decidieron prenderle fuego para eliminar cualquier rastro. La idea inicial era que el combustible se agotaría en unos días o semanas y allí no había pasado nada, pero sigue ardiendo desde entonces.

Yo llegué allí tras varias horas en coche por el desierto (no hay que olvidar que el 70% del territorio de Turkmenistán lo ocupa el desierto de Karakum). Después de instalar la tienda de campaña en la que dormiríamos a las puertas del infierno, solo quedaba esperar a que la noche fuese cayendo.
El cráter es inmenso –mide 70 metros de diámetro y tiene 30 metros de profundidad– y verlo de día puede ser impresionante, pero conforme oscurece, la imagen es alucinante. El color naranja que sale del interior del agujero se apodera de la noche y el desierto parece, realmente, una especie de túnel hacia el inframundo.
Este es uno de los lugares más enigmáticos que ver en Turkmenistán y el único motivo por el que algunos viajeros llegan a este singular país. Si quieres, puedes leer mi experiencia en el Pozo de Darvaza para conocer todos los detalles.
Lago subterráneo de Kow Ata
A unos 60 kilómetros de Ashgabat llegamos hasta la cueva de Bakharden, que esconde el magnífico lago subterráneo de Kow Ata en su interior.
El descenso por la cueva empieza con una escalera empinada (ya es mala suerte que uno de los que iba detrás mío resbaló, cayó y se rompió el tobillo, así que cuidado) que lentamente conduce hasta el final de la misma, donde aguarda un increíble lago a más de 60 metros de profundidad.

Se dice que las aguas de Kow Ata tienen propiedades curativas y su temperatura es de unos 35 grados. ¡Está muy caliente!
Yo me olvidé el bañador (sí, yendo a un lago me olvidé la única prenda necesaria…), pero no dudé en quedarme en ropa interior y bañarme en este lugar tan especial. No iba a ser yo quien renunciase a la posibles beneficios de este agua que, se ha demostrado científicamente que tiene más de 38 minerales y ayuda a tratar varias enfermedades
Mezquita Turkmenbashi Ruhy (o Mezquita de Gypjak)
Justo a las afueras de la capital turcomana, encontramos uno de los lugares más singulares que ver en Turkmenistán, la Mezquita de Gypjak, conocida también como la Mezquita Türkmenbaşy Ruhy.
Su aspecto puede hacer que parezca una mezquita normal, pero está muy lejos de eso, puesto que esta llamativa construcción de tonos blancos y dorados fue ordenada por el primer líder del país, Saparmurat Niyazov.

Tiene una cúpula dorada rodeada por cuatro grandes minaretes (de 91 metros de altura, para conmemorar el año de la independencia turcomana) y una capacidad para 10.000 personas, lo que la convierte en una de las mezquitas más grandes de Asia Central. Pero lo más interesante es que, en las paredes no está escrito el Corán como en el resto de mezquitas del mundo, sino que están plasmados trozos del Ruhnama que hablan de Niyazov.
La mezquita se inauguró en 2004 y el objetivo desde el principio fue el de ser el lugar de descanso del líder turcomano cuando muriese. Esto sucedió en 2006 y desde entonces, la tumba de Niyazov se encuentra en un mausoleo junto a la mezquita.
¿SABÍAS QUE…?
El Ruhnama es el libro que escribió Niyazov como guía espiritual y moral para todos los turcomanos. Su traducción es el «Libro del Alma» y el líder lo situó por encima del Corán, haciendo que fuese obligatorio aprenderlo por todo el mundo y se enseñase en las escuelas. Una de las muchas excentricidades de Niyazov.
Conoce a los caballos Akhal-teke, orgullo nacional de Turkmenistán
Uno de los mayores motivos de orgullo para los turcomanos son los caballos, cuya tradición ha acompañado a este territorio desde hace más de 5.000 años.
En la actualidad, los caballos de raza Akhal-teke son únicos en el mundo y solo se pueden encontrar en Turkmenistán y en algunos lugares de Rusia. Esta raza es la heredera de los archi famosos caballos turcomanos, que anhelaban todos los ejércitos. El mismísimo Alejandro Magno los quiso en sus legiones.
Son caballos de gran forma física, resistencia y velocidad, además de una elegancia extraordinaria y una gran inteligencia. Es tal el orgullo que se siente en el país por los Akhal-teke, que tienen su propia estatua en el centro de la ciudad.
Aunque parece que existen algunos ejemplares en libertad, una buena manera de ver a estos caballos es en el Hipódromo Estatal de Ashgabat, donde hacen visitas guiadas.
Nokhur, un pueblo tradicional que ver en Turkmenistán
Un camino de curvas que se adentra en la cordillera de Kopet Dag, conduce hasta el diminuto pueblo de Nokhur, donde todavía es posible ver la vida más tradicional de Turkmenistán.
Se trata de una región habitada por turcomanos donde primero nos detuvimos en un mercado de especias que han instalado junto al «árbol de los deseos». Muy cerca, hay pequeñas tiendas de productos frescos donde pude hacerme con alguna pieza de fruta.

La riqueza natural de la zona es inmensa y una leyenda local cuenta Nukh, hijo de Noé, liberó aquí a los animales del arca y plantó las semillas, de ahí que esta tierra sea tan exuberante.
Dejando a un lado esta curiosa leyenda, lo que más llama la atención de Nokhur es su cementerio, donde cada tumba está adornada con los cuernos de una cabra montesa. Nadie supo explicarnos bien el significado, pero la imagen es de las que no se olvidan fácilmente.
Balkanabat
Situada al oeste de Turkmenistán, la ciudad se fundó en 1933 tras el descubrimiento de importantes yacimientos de petróleo bajo el nombre de Nefte-Dag (Nebit-Dag), que significa «Montaña de petróleo«.
En el año 1999 cambió su nombre original por el de Balkanabat, que se mantiene en la actualidad; al menos hasta que el siguiente líder excéntrico decida lo contrario.
Lo primero que vimos al llegar fue nuestro hotel, un edificio impecable y cuidado. Justo frente a él, una enorme estatua dorada del primer presidente (Niyazov). Por momentos te olvidas que estás en un país sin turistas. ¿Para qué querrán estos inmensos hoteles en una ciudad en mitad del desierto?

Más allá de su historia reciente, Balkanabat también fue una importante parada en la ruta de la Seda, como recuerda el monumento a las puertas de la ciudad.
Lo cierto es que oficialmente no está permitido caminar libremente por la ciudad, pero nos advierten que si no nos alejamos demasiado del hotel, no deberíamos tener problemas, así que salí a dar un paseo.
A diferencia de la capital, aquí están permitidos los coches de cualquier color y, aunque predomina el blanco, vemos algún coche negro e incluso rojo. Deben ir con cuidado, puesto que cuando el presidente del país visita Balkanabat, estos coches tampoco pueden salir. Imagino que eso es lo que acaba haciendo que casi todo el mundo se incline finalmente por el blanco. Además de eso, en el corto paseo descubro otras estatuas del primer presidente, un lujoso palacio de bodas y una enorme biblioteca, pero me quedo con la imagen de los edificios con semblante soviético que se atisban a lo lejos. Allí está la verdadera vida de Balkanabat, donde los turistas no tenemos permitido ir.
Otros lugares que ver en Turkmenistán
Mi viaje por Turkmenistán dejó varios lugares pendientes porque en aquel momento, bien no estaban abiertos al turismo, o bien no tuve tiempo. Sin embargo, ahora mismo es posible visitar todos estos lugares y creo que merecen la pena.
El primer lugar es la ciudad de Merv, mi gran cuenta pendiente en este viaje. La antigua ciudad de Merv llegó a ser una de las ciudades más grandes del mundo, con una población que alcanzó los 500.000 habitantes en su época de máximo esplendor. Además, está considerada la ciudad antigua más antigua y mejor conservada de la Ruta de la Seda. Todo esto le ha servido para ser protegida como Patrimonio Mundial de la UNESCO.

El otro gran atractivo que ver en Turkmenistán es Kunya-Urgench, reconocido también como Patrimonio Mundial, fue la capital de los jorezmitas y uno de los enclaves más importantes del mundo musulmán durante el siglo XII. Se encuentra junto a la frontera con Uzbekistán y su patrimonio incluye varios mausoleos reales, santuarios y un inmenso minarete del siglo XIV.
Por último, algunas agencias incluyen en su recorrido la singular ‘Meseta de los Dinosaurios‘, un gran espacio abierto donde se han hallado el mayor número de huellas de dinosaurios del mundo. Se encuentra cerca del pueblo de Hojapil y forma parte de la reserva natural de Koytendag.