Hoy tocaba llegar a Windhoek y empezar a hacerse a la idea de que esto se estaba acabando. Empezaba la vuelta: de Gobabis a Windhoek.
Fuimos a dormir a la pensión donde estuvimos la primera noche, un sitio a poca distancia del centro, bien de precio y muy acogedor. Allí descargamos las maletas y todo lo que nos había acompañado durante estas semanas.
La tarde la fuimos a pasar paseando por la ciudad, acabando de conocerla y comprando los últimos recuerdos.
Por la noche fuimos a cenar al Joe’s Beer House, que nos habían recomendado y que nosotros recomendamos tras estar allí. Carnes y verduras hechas al fuego en un ambiente cálido y lleno de gente. Creo que media ciudad come allí!
El último día en Windhoek
Era el día para devolver el coche. Nos levantamos, repasamos que no olvidásemos nada en él y fuimos a lavarlo.
Esa mañana un amable señor con una bonita pistola nos acompañó unos minutos –pocos pero largos- diciéndonos que tenía hambre, que trabajaba pero cobraba tan poco que no podía comer y que llevaba 3 días sin comer. En fin…nos supo mal, pero la pistola me intimidó y a la vez me ofendió tanto, que no le dimos nada. Lo siento, igual sin pistola hubiese pillado algo como a los chicos que nos limpiaron el coche, que se llevaron todo lo que nos sobró del viaje: jabón, papel higiénico, algo de ropa y algo de comida. La verdad es que lo agradecieron bastante y a nosotros nos costaba muy poco.
Devolvimos el coche y fuimos a comer, acabar dar un paseo por la ciudad hasta hasta uno de los castillos que la coronan, donde puedes tomar algo y disfrutar de unas vistas geniales de Windhoek.
La mañana del día siguiente era la de vuelta a casa…así que cogimos el avión y después de casi un día de viaje, la mañana del viernes 13 de julio estábamos de nuevo en Barcelona.